Hace tan sólo un par de semanas barajábamos los tres administradores de este pequeño txoko rojiblanco cómo llamaríamos al blog recién estrenado. Como resultado de la tormenta de ideas surgieron algunos nombres más o menos afortunados, pero no tanto, creemos, como el que ahora veis: “¿Qué ha hecho el Athletic?” Al margen de lo obvio de su significado, nos recordó a esa eterna pregunta que los que no han estado en San Mamés viendo el partido nos hacen a quienes, por suerte o por desgracia, sí hemos acudido a La Catedral. Por ajeno al fútbol que pueda ser nuestro interlocutor, siempre hay un interés en conocer los resultados de este equipo capaz de fundir lo deportivo y lo social. Más que un club, decía Nuñez sobre “su” Barcelona. Sí, José Luis, una multinacional. Sin hacer de menos a nadie, el Athletic, por ser diferente a todo, es algo que se lleva más dentro. Al menos, en mi humilde opinión.
Ese sentimiento, a mí como a tantos otros, que hablamos de nuestro equipo y nuestra ciudad donde quiera que estemos, hace que victorias como la lograda en el Vicente Calderón nos hagan ser un poco más felices. Tenía mucha razón mi colega Pitxitxi en su crónica (desde el bar): uno va a trabajar al día siguiente con otro talante. Y cuando se está lejos de casa, como me sucede a mí, esa satisfacción se multiplica.
Sólo quería haceros partícipes de mi alegría cuando llamé por teléfono a Koliki y, apenas hubo él descolgado pregunté: “¿Qué ha hecho el Athletic?”.
Del Horno, qué bochorno
Permitidme la rima fácil para cambiar de tema y pasar a cosas más serias. Ponía Pitxitxi sobre la mesa el caso de Asier del Horno. Es un claro ejemplo de que en el fútbol vale más una buena cabeza (por no citar otros órganos corporales) que un buen par de piernas. Y la de Asier, leyenda negra sobre sus correrías nocturnas aparte, no parece ser de las más brillantes del vestuario.
Del Horno, qué bochorno
Permitidme la rima fácil para cambiar de tema y pasar a cosas más serias. Ponía Pitxitxi sobre la mesa el caso de Asier del Horno. Es un claro ejemplo de que en el fútbol vale más una buena cabeza (por no citar otros órganos corporales) que un buen par de piernas. Y la de Asier, leyenda negra sobre sus correrías nocturnas aparte, no parece ser de las más brillantes del vestuario.
¿Cómo se explica, si no, que se deje comer la tostada por Koikili, mucho más limitado futbolísticamente que él? Su falta de competitividad es algo inadmisible. ¿De qué sirven titulares como los de “quiero ir a la Eurocopa” si te roba el puesto un chico llegado de Segunda B?
Aquí la teoría de la caza de brujas abrazada por Yeste no tiene ningún sentido, pues qué más quisieran Caparrós y Macua que jugara Asier. Puede que lo deseen hasta más que él mismo, porque justificar una cesión de lujo como la de Del Horno tiene tela.
Sobre si serían compatibles en la banda Koikili y Del Horno, tengo bastantes dudas; a ninguno le veo con el desborde suficiente para jugar de interior. Y lo de siempre, el que quiera ser titular, que se lo gane en el campo. Qué sucede, ¿que Koikili no sale de fiesta? Pues seguro que sí, pero tiene lo que hay que tener para quitarle el puesto a todo un Del Horno. Bien por él.
Qué fácil es pitar al Athletic
Mi otro compañero en las tareas de redacción, Koliki, hablaba de la alineación astral que hace falta para que al Athletic le piten un penalti. Sin entrar en cuestiones concretas, la sensación que da el equipo desde hace años es la de que los árbitros nos tienen perdido el respeto. Ese respeto se gana con la actitud de los jugadores en el campo, y no me refiero precisamente a protestar al árbitro en cada acción. Aduriz lo hace constantemente y a la vista están los resultados.
Qué fácil es pitar al Athletic
Mi otro compañero en las tareas de redacción, Koliki, hablaba de la alineación astral que hace falta para que al Athletic le piten un penalti. Sin entrar en cuestiones concretas, la sensación que da el equipo desde hace años es la de que los árbitros nos tienen perdido el respeto. Ese respeto se gana con la actitud de los jugadores en el campo, y no me refiero precisamente a protestar al árbitro en cada acción. Aduriz lo hace constantemente y a la vista están los resultados.
La cuestión, amigos, está en el juego. Si un equipo sabe a qué juega es porque sus integrantes tienen claro su papel, lo desarrollan con seriedad y toda la precisión que las circunstancias permiten. Un conjunto sereno transmite esa sensación al árbitro, quien no siente que le van a intentar engañar en cada acción. Nunca pensamos en la persona que dirige el partido, por discutibles que puedan ser algunos miembros del gremio.
Después de tres años de pésimos resultados, el colegiado que arbitre al Athletic sabe que los jugadores juegan con la tensión del que necesita los puntos para sobrevivir. Seguro que habrá quien me diga que somos muy cándidos. De acuerdo, lo somos. Dicho esto, reto a cualquiera a que pregunte a seguidores de otros clubes si no cree que a sus jugadores les falta inteligencia en lo que se ha dado en llamar “el otro fútbol”. La respuesta será afirmativa en un buen porcentaje.
Lo que quiero decir es que en la época de Valverde, por ejemplo, el Athletic se dedicaba a jugar, a meter más goles que el contrario, pues también es cierto que encajaba bastantes. No recuerdo grandes agravios arbitrales de aquella época. ¿Por qué? Porque se jugó una UEFA y se llegó a semifinales de Copa. Más sencillo imposible.
La sensación de equipo ganador también se transmite al árbitro, que sabe que no está pitando a cualquiera. Por eso en las malas épocas, debemos reconocerlo, recurrimos demasiado a aquello de qué fácil es pitar al Athletic.
Pues yo digo, como lo hacía Joaquín Prat (perdón por la horterada): ¡A jugar! Pero claro, para eso hay que saber. Y en eso estamos.
Aupa Athletic!! Y ahora, a por el Villarreal!!
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