domingo, 13 de abril de 2008

Cuestión de mentalización


A escasas horas de afrontar el partido ante el Deportivo de la Coruña, el Athletic acude a Riazor con una sensación a medio camino entre el relajo y las ganas de que continúe la racha victoriosa que le ha colocado a diez puntos del descenso y a cinco de la UEFA. 1.500 aficionados rojiblancos apoyarán al equipo in situ, una cifra similar a la que hace tres campañas celebró la salvación en idéntico escenario con Javier Clemente en el banquillo. Faltaba entonces una sola jornada para terminar la Liga y el triunfo, con goles de Casas y Orbaiz, puso fin a una campaña nefasta. El alivio general inmediatamente condujo a pensar que el Athletic se sobrepondría en el curso siguiente. Sin embargo, ha tenido que pasar temporada y media para encontrar una cierta estabilidad, y de eso tendríamos que extraer lecciones para el futuro.


Me refiero a que la plantilla debería aprovechar los encuentros que restan para definir el equipo que quiere ser la temporada que viene. Más que pensar en Europa, un objetivo alcanzable aunque difícil, la tranquilidad clasificatoria tiene que ayudar al Athletic a mandar en el juego y a mantener ese dominio no sólo a rachas, sino durante los noventa minutos. Donde había espíritus débiles, ahora deben aparecer jugadores de Primera División. Por lo tanto, no queramos correr demasiado y veamos a dónde, desde la tranquilidad, somos capaces de llegar.

Duelo de resucitados
Enfrente encontramos a otro resucitado: el Depor, con sólo tres puntos menos que los bilbainos. La escuadra dirigida por Lotina ha encontrado, como el Athletic, la confianza que necesitaba en una gran serie de resultados positivos, y lógicamente, también quiere más. Será por lo tanto un choque en el que ambos conjuntos desearán dar su verdadera medida. Ese puede favorecer al espectáculo, un concepto que durante demasiado tiempo hemos tenido que dejar al margen en Bilbao.

Respecto al resto de encuentros, la jornada depara emparejamientos cruciales en la lucha por evitar el descenso. El más destacado de ellos sea quizá el Getafe-Zaragoza. Nadie sabe muy bien dónde quedará el limbo que separe al decimoséptimo y al decimoctavo clasificados, de manera que cualquier punto, por insignificante que parezca, cuenta. Que se lo digan, si no, al Recreativo, que empató ayer ante el Barcelona, o al Valencia, al cual el Racing le birló los tres puntos en Mestalla.


Es curioso el caso del conjunto ché, inmerso en una debacle institucional que se ha trasladado lamentablemente al plano futbolístico. En 2004 ganó la Liga, la UEFA y la Supercopa de Europa de la mano de Rafa Benitez. Hoy, con Koeman, y aunque clasificado para la final de Copa, ve de cerca los afilados colmillos del descenso. Ni una plantilla con la calidad de la de Valencia puede abstraerse de la ansiedad en estos momentos. ¿Nos suena de algo esta vertiginosa caída? Al final, las victorias y las derrotas, el saber coger la ola buena o que te arrastre la corriente es una cuestión de mentalización.

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